Por
el Dr. Luis María Llaneza
Dedicado a los Risler
Mis queridos lectores hoy vamos a desentrañar la
generación y el motivo por el cual nacer mujer genera una situación de
desigualdad impositiva con el hombre que dio en llamarse entre otros nombres:
woman tax, pink tax, vagina tax, tasa rosa etc. En nuestro País el término que
acuñamos es el de tasa rosa cuyo significado más acertado es “la
diferencia, injustificada e
inexplicable, que existe en el establecimiento de precios diferenciales de un
mismo producto que será más caro cuando sea rosa y más barato cuando sea
celeste. Imagino que una vez leídas estas pocas líneas estallara como un volcán
la indignación femenina que razonablemente sentirán que están sufriendo una
desigualdad sin justificativo alguno por el solo hecho de ser mujer lo cual es
cierto si se tiene presente que estos precios diferenciales configuran, ni más ni menos, una
discriminación económica cuyo único basamento es el simple hecho de pertenecer
al género femenino. Pero más allá de lo que seguramente piensan algunas mujeres
que esta discriminación es producto de un mal endémico: el machismo les
demostrare que este problema no se trata del hombre sino de las políticas
comerciales que frente a las góndolas de los supermercados o de los mostradores
de cualquier comercio se hacen imperceptibles pero a partir de este artículo
van a poder distinguirlas y, por ende,
combatirlas así en un futuro podremos, entre todos, conseguir la tan preciada igualdad.
Esta diferencia de
precios, que a modo de ejemplo denominamos impuesto encubierto, existe en todo
el mundo y se genera por la diferencia que advierten los formadores de precios
entre el consumo femenino y el masculino causando justificativos que son un
atentado a la inteligencia y en algunos casos hasta risueños. También debo
advertir que esta desigualdad no se da solo en los precios y que no es
patrimonio nuestro sino que existe en todo el mundo, abonando esta afirmación
el informe elaborado por la Oficina de Desarrollo Humano de Naciones Unidas que en el 2015 estableció
que el salario de la mujer es el 24% inferior al del hombre; además se ha establecido que esta desigualdad se da
en el mismo puesto y responsabilidad
siendo que lo único que los diferencia no es la capacidad intelectual, técnica
o el desenvolvimiento personal sino el género. Para evaluar el perjuicio que
genera esta desigualdad y consultados que fueron los informes estadísticos de
distintos diarios del mundo se pudo establecer que la mujer por su consumo paga
entre el 20% y el 30% más que el hombre. En este orden de ideas diarios de EEUU
publican estadísticas que establecen que la mujer en su consumo anual paga 1400
dólares más que el hombre y el Diario de España da a conocer que la mujer paga
en su consumo anual (gasto adicional) 1300 euros más que el hombre. En este
tema se producen situaciones tan ridículas como sus pretextos por ejemplo la hoja de afeitar del hombre
cuesta 0,49 euros y la de la mujer 0,70 euros, en la tintorería el servicio por
camisa de hombre cuesta 6,50 euros y la de mujer 7,50 euros y perfume de hombre 58,6 euros y el
de mujer, misma calidad, 101,9 euros; en el rubro cuidado personal la
explicación es que la mujer en todos los tiempos está más dispuesta a pagar más
que el hombre. A su vez otra de las explicaciones es la ley de la oferta y la
demanda en el sentido que los productos que más se venden más aumentan y los
que menos se venden se abaratan y la mujer al estar más dispuestas a gastar en
artículos de cuidado personal los mismos aumentan y los hombres que gastan
menos en dichos artículos los mismos se abaratan. Todos estos pretextos pierden
su valor si nos damos cuenta que aumentan con tan solo cambiar de color el
envase siendo que lo realmente valioso o sea la materia es lo mismo.
Además, otro motivo
de la diferencia de precio es que los productos femeninos tienen menos vida que
los masculinos en el sentido que la mujer sigue la moda por lo que siempre está
cambiando por ejemplo su ropa pero es aquí donde debe tenerse presente que la
política empresarial siempre tiende a maximizar sus beneficios por lo que como
las mujeres siempre compran gastan más
en servicios y productos aumentan considerablemente su valor en cambio como el
hombre gasta menos en servicios y productos similares desarrollan estrategias
donde bajan considerablemente los precios para justamente atraer a la masa
masculina de consumidores.
Otro de los
puntos a tener presente es que los
productos femeninos siempre son expuestos para la venta en lugares
contrapuestos (góndolas que se encuentran en paredes opuestas separadas por las
góndolas centrales) a los masculinos siendo esta estrategia de vital
importancia para que no puedan ser comparados los precios y las mujeres no
adviertan que pagan más caros sus productos comparados con el mismo producto
masculino siendo la única diferencia el
color del envoltorio. Toda esta situación se agrava porque hay menos
participación de la mujer respecto del hombre
en los puestos gerenciales no solo generando desigualdad laboral sino
también generando la diferencia salarial que mencione más arriba.
Por último el diario Izquierda de España en su ejemplar del 8/3/2016 manifiesta
inteligentemente que:”…perpetúen la imagen de la mujer con un aspecto siempre
impecable creando así la necesidad de muchas mujeres de comprar y renovar estos
productos de cuidado personal para encajar en los cánones de belleza actuales…”.
Finalizando esta
desigualdad seguirá existiendo si las
mujeres no se agrupan para luchar contra esta desigualdad informando los
lugares donde ocurren estas políticas de precios, evitando adquirir bienes y
servicios en esos lugares e informando
los lugares donde no existe esa desigualdad así se empiezan a cambiar las cosas
y se acaba la discriminación. Hasta la próxima.
Estimado Dr. Llaneza, mi nombre es Lucas Nicolussi y acepto su invitación al debate. Sé que este artículo tiene casi un año de antigüedad, pero resulta interesante pues se refiere a dos (y quizás más) problemas esenciales y de mayor alcance que el género femenino.
ResponderEliminarEn efecto, uno de los defectos de diseño que ha tenido el código civil de vélez sarsfield y continúa el nuevo, es la política de no buscar brindar justicia, sino tan sólo orden social: esto es pretender que no duela la cabeza, en vez de curar la gripe.
Me refiero concretamente a que, es conocido a través de la rama de la Psicología, la "psicología del consumidor" y los numerosos estudios cuantitativos y cualitativos que se hacen continuamente por parte de agencias publicitarias y agencias de investigación comercial, que se utilizan toda suerte de ardides, manipulaciones, medias verdades, mentiras, explotación de miedos y deseos, engaños con los umbrales de percepción (por ejemplo, bajar la calidad de un producto por debajo del umbral perceptivo hace que el consumidor no sepa que se está bajando la calidad del mismo sin tocar el precio). ¿Qué contestan los códigos civiles y la jurisprudencia a esta conducta claramente dañina a la comunidad y al bien común? Que es una costumbre común que los comerciantes mientan "levemente", que es parte de su profesión, y asume que el consumidor está consciente de esas falsedades, por lo tanto, las considera lícitas.
El consumidor no puede estar consciente de aquello que está fuera de su umbral perceptivo, no puede percibir, por ejemplo, que el helado, que solía ser crema helada, ahora es agua con azúcar. No puede percibir tampoco que paga por un producto lo que innumerables estudios determinaron que los consumidores están dispuestos a pagar: A diferencia de los tiempos antiguos donde se consideraba que todo lo que fuese excesivo estaba mal, no existe en nuestro orden jurídico una condena a un abuso gradual y científico de los precios... Se le cobra al consumidor lo que está dispuesto a pagar, no lo que sería justo que pague. Y eso daña a toda la comunidad al concentrar la riqueza sin que ella haya sido acumulada de forma justa y honesta, produciendo que además, ésta no se distribuya en otros consumos, o en el ahorro que permite invertir en el bien común nacional.
En efecto, la “libertad” de la oferta y la demanda esconden esa enorme injusticia de exprimirle al otro lo máximo posible, de obtener ganancias a través de medios injustos como la desesperación ajena y el engaño. No hemos establecido la cuantía de una ganancia justa para la mayoría de las actividades sociales, ni el vicio de lesión para situaciones como las que enuncié, situaciones estudiadas y creadas gradualmente. Si yo obtuve un producto a un costo de tiempo y dinero de 5$, venderlo a $100 es una estafa, sin importar las excusas que existan en el medio, y jamás podremos llamar justicia a lucrar con la desesperación de otros, ni pretender que de ello surja paz social o equilibrio social.
Por lo tanto, el ejercicio de la justicia y el ordenamiento jurídico deben primero mirar a lo que es justo, e ignorar las consecuencias que aplicar lo justo pueda tener en lo inmediato: Basta agregar el factor tiempo a una injusticia permanente para que ésta sea más grande que el daño inmediato que pueda producir aplicar una solución justa.
Podría continuar mucho más, pero no quiero atosigarlo Dr. un saludo!